Los médicos brasileños, en su gran mayoría formados de forma gratuita, a menudo concluyen sus cursos y abren consultorios en los barrios mejor situados de las grandes ciudades brasileñas, para atender a una clientela de gran poder adquisitivo. Como resultado, el mapa de las enfermedades del país y el de la ubicación de los médicos suelen ser brutalmente contradictorios, prácticamente opuestos entre sí: donde están las enfermedades no están los médicos; donde están los médicos, no están las enfermedades.