La salud del Presidente y la democracia
La continuidad y funcionamiento normal del régimen político, sobre todo en un sistema hiperpresidencialista como el de Chile, indica que el bienestar de la Nación depende en gran medida de la salud física y mental del Presidente. La opinión pública tiene derecho a saber si los tics, andar vacilante, rigidez del brazo izquierdo y espasmos incontrolables, y descontrol físico en general, además de las conductas y decisiones erráticas, contradictorias e incoherentes, en lapsos cortos, son consecuencia de una enfermedad, física o mental, o no. Se trata de un asunto del mayor interés nacional, con alta relevancia pública, política y noticiosa, y que bajo ninguna circunstancia debe ser ocultado o callado.
¿Puede gobernar un ser humano en este estado de salud?
Las imágenes capturadas en la ciudad colombiana de Cúcuta, en febrero del año pasado, cuando Piñera viajó hasta esa ciudad colombiana en la frontera con Venezuela, para entregar entregar su apoyo a Juan Guaidó, se suman a las capturadas este fin de semana, cuando participó en los funerales de su tío Bernardino Piñera, muestran un grado muy avanzado del deterioro de salud que sufre el presidente de Chile. La pregunta que surge espontánea, cuando miles de chilenos están muriendo en medio de una epidemia que ha sido enfrentada con absoluta improvisación e irresponsabilidad, es, ¿puede gobernar una persona en ese estado de salud?.