La perversidad del eslogan oficial de “hay que rechazar la violencia venga de donde venga” se funda en la insistencia en que la desigualdad y la depredación social orquestada por la revuelta de las élites y los ricos de Chile, no es violencia. La evidencia empírica, no obstante, ha demostrado que la violencia genera violencia y eso es lo que ha sucedido en Chile. El punto es cómo parar la violencia de arriba para que no produzca espirales de violencia callejera. En este contexto, la discusión sobre la esencia de la “primera línea” es inconducente, porque no contribuye a entender y darle prioridad a la feroz verdad del saqueo de las élites en Chile.
>b>Violencia institucionalizada