Vivimos tiempos complejos, en que sectores de la sociedad que profesan una religión, confunden lo que ellos llaman pecado con lo que las leyes definen como delito.  De esa forma esos creyentes se han volcado en contra de acuerdos tomados por Chile, como sociedad, queriendo anularlos. Ejemplo de esto es la exigencia por anular derechos conquistados por la mujer, o promoviendo con acciones violentas la anulación de la decisión tomada por la sociedad de reconocer los derechos de homosexuales  y transexuales. Es preciso que los creyentes permanezcan en sus Iglesias y templos, oren, canten y celebran allí sus ritos, pero dejando tranquilo al resto del mundo, que respeta, pero no cree en sus dioses y no tiene porque vivir de acuerdos sus exigencias.