Cura de Valparaíso: «Los que nos han cagado no son los comunistas»
Porque los que han tenido más edad, han dado bastante jugo. Así que yo le pido al pueblo cristiano que recemos por nuestro próximo gobernante. Y dejemos de andar diciendo mentiras, porque los que han jodido a Chile, no han sido los comunistas. Los que le han robado a Chile, no han sido los comunistas
Ética a la chilena
Es notable, por no usar algún adjetivo calificativo que pueda crear la idea que la justicia chilena cayó también bajo el embrujo de estos semi dioses, que esa justicia envíe a clases de Ética a dos personajes que manejaban millones y millones, financiando su coalición política en sus campañas electorales, lo que no está permitido por ley, pero además haciendo esto a través de un procedimiento cuestionable a los ojos de Impuestos Internos, lo que lleva a una cadena de ofensas contra la ley, y contra la institucionalidad que está en la base de la convivencia democrática republicana.
Dime con quién andas…
Pablo Longueira 👉formalizado
Lawrence Golborne 👉formalizado
Iván Moreira 👉 desaforado
Jaime Orpis 👉 desaforado
Pablo Wagner 👉 imputado
Un país llamado Chicle
Yo prefiero un nombre algo más simple y más adecuado a la trama de la teleserie. Algo que, ya en su nombre, contenga toda la información necesaria para saber de qué se trata esta. Algo así como “Un país llamado Chicle”. Mientras más le doy vuelta, más me convence este posible título, porque un chicle es una sustancia que, al utilizarse, pierde por completo su consistencia y su integridad; es maleable, deformable, dócil, manejable, sumisa, blandengue, mansa y resignada.
¡¡¡¡Caras de palo!!!
El presidente de Colombia Juan Manuel Santos por ejemplo, que hace un par de días llamó a los venezolanos “a la calma y a establecer canales de comunicación para lograr estabilidad política, fortalecer los principios democráticos y respetar los DDHH de los colombianos que viven en Venezuela”. Santos preside un país que vive en guerra civil desde hace casi medio siglo, con cinco millones y medio de desplazados por la violencia militar y paramilitar, y en el que los guerrilleros que se animaron a abandonar la lucha armada para entrar en el juego electoral fueron asesinados todos, uno tras otro. Un país en el que “los falsos positivos” se traducen en miles de sindicalistas, campesinos, alcaldes, concejales y otros activistas asesinados y enterrados en fosas comunes clandestinas.