El hombre que se sentía orgulloso de la vieja política en que “no había boletas falsas ni artimañas legales” y “donde se daba la cara”, no ha sabido, esta vez, cómo salir del lío y, pese a recurrir al eterno argumento de la lucha contra la dictadura, enojarse con la prensa, emprenderlas contra algunos medios y periodistas, no logra zafar del escándalo.