Todo lo que podemos decir por el momento es que, milagrosamente, a Obama le ofrecieron una salida del foso que había cavado para sí mismo.
Ahora no le queda otra alternativa que aprovecharla.
La diplomacia rusa, estos días, es evidentemente mejor que la nuestra por órdenes de magnitud. Allá saben cómo aprovechar oportunidades, marcar hitos; se basan en su ingenio. Nuestros dirigentes solo saben cometer errores. Si subsisten, es por pura suerte. También nos superan en el respeto a los derechos y deberes internacionalmente reconocidos.