Cuántos otros Karadimas viven en Chile en la impunidad del ejercicio sacerdotal y bajo la inmunidad jurisdiccional de ciertas diócesis y congregaciones religiosas, sumado a la protección particular de ciertos obispos. Karadima representa la punta del iceberg de una gran maquinaria perversa que se instauró por décadas en Chile. Por tanto, faltan otras regiones, faltan otras diócesis por des-cubrir y denunciar a los abusadores sexuales, aún protegidos y blindados por la defensa corporativa clerical.