En la presentación del libro que se hizo en un diario, la viuda de Leigh afirma que su marido no supo nunca de ejecuciones ni torturas y niega que en la Academia de Guerra Aérea (AGA) se practicara algo más que un comedido apremio psicológico a los detenidos. Los numerosos testimonios sobre la AGA hacen imposible ignorar estas operaciones indecentes de lavado reputacional. Si la sociedad no es capaz de defenderse de falsedades tan graves en el espacio público, toda experiencia histórica está destinada a ser relativizada, banalizada y perdida.