La colusión con la empresa SCA, en un tiempo ligada a Gabriel Ruiz Tagle, operó con formas delictivas, de los bajos fondos: con alias (chapas, se dice en el lenguaje carcelero), celulares de prepago, correspondencia en papel (los pizzini los usaba el mafiosos Bernardo Provenzano) y con computadores comprometedores arrojados al lecho del canal San Carlos.