El paro general, por su éxito, es un nuevo marco en la lucha por la democratización del país y por la obstrucción de la acción mortífera del gobierno golpista contra Brasil. Refuta a quienes acusan al pueblo brasileño de una falta de voluntad de luchar por sus derechos y por los destinos del país. Muestra que la sociedad brasileña, movilizada y consciente, es capaz de restaurar la democracia y reconducir al país de nuevo por los caminos que fueron interrumpidos por el golpe.