De la forma que sea, Brasil decide su futuro por un tiempo largo en 2018. Un año decisivo para el país, con consecuencias directas e indirectas en otros países del continente. En caso de que venza Lula, se frena la contraofensiva conservadora, que no ha dejado de ampliarse en 2017, en Chile, en Argentina, en Ecuador. La crisis brasileña llegará a un termino, sea con la consolidación del gobierno de restauración neoliberal o con el retorno de gobiernos neoliberales.