Chile es un país de terremotos, qué duda cabe. Y terremotos de los grandes, marcando hacia los límites históricos en la escala de Richter. Y los chilenos y chilenas ostentamos el prestigio de enfrentarlos con un aplomo y tranquilidad desconcertante.
Sin embargo, el terremoto socio-político que arrojó ayer los resultados del proceso electoral hizo hoy amanecer a la clase política tradicional en shock.