Para suerte suya, si bien Marx y Engels apreciaron y denunciaron que la era moderna viene al mundo “chorreando sangre y lodo por todos sus poros, de los pies a la cabeza”, no llegaron a conocer los peores demonios que la acompañan —la depredación de la naturaleza, la guerra y el fascismo; el último es el peor porque en su irracionalidad criminal y suicida puede azuzar los otros hasta el paroxismo catastrófico—.y sólo al siglo siguiente revelarían su espantosa dimensión.