Hace 25 años estaba conversando con un amigo latinoamericano que había pedido verme, cuando sonó el teléfono y era Felipe Pérez Roque, quien me dijo que no me moviera de donde estaba, que un compañero y él querían pasar a felicitarme por mi próximo cumpleaños. Y es que cuatro días después yo estaría arribando a “la media rueda”, como se le suele llamar a los 50.