En 2017, el gigante de Internet Google firmó un contrato con el Departamento de Defensa de Estados Unidos para proveer con inteligencia artificial a sus drones militares. Durante años, el uso de drones similares había sido criticado y denunciado por sus devastadores efectos colaterales, tanto por los muertos no previstos como por sus efectos psicológicos, culturales e ideológicos a largo plazo. En consecuencia, varios técnicos pioneros, como el ingeniero Jeff Dean, firmaron una protesta contra el uso de armas autónomas provistas con inteligencia artificial. Doce de ellos renunciaron a sus cargos.