Resulta terriblemente sorprendente y paradoxal que quienes resistieron en las cámaras de torturas para salvar sus vidas, sean empujados, hoy, « voluntariamente » a correr el riesgo de perderlas. Muchos de estos huelguistas de avanzada edad, entre 65 y 70 años, han tenido que terminar sus luchas en los hospitales. La respuesta entregada por la administración Bachelet para resolver este conflicto, no se corresponde con los elocuentes discursos de la Presidenta y demuestra bien el desprecio que se tiene hacia quienes resistieron a la dictadura y a quienes contribuyeron al retorno de la «democracia». El grito de alerta lanzado en Chile no ha sido escuchado por quien vivió también la represión de esos días de plomo (1973-1990).