Los consumidores están cada vez más expuestos a niveles más altos de residuos de glifosato, y de un número cada vez mayor de fuentes.  Es así como se ha detectado que los residuos están muy difundidos en los alimentos, en particular los que contienen cereales o en el maíz transgénico o los productos derivados de la soja. En agua potable, en suelos, en miel de abejas,[ii]en el vino y la cerveza, e incluso en productos no alimentarios derivados del algodón transgénico.[iii]El alcance de la exposición humana se refleja en la presencia generalizada de glifosato en la orina humana[iv] y en la leche materna dondequiera que se haya analizado.