Las inconsistencias de Guillier y sus contradicciones con los encargados programáticos le daban escasa credibilidad a su candidatura. Pero, en realidad, esta era la culminación de dificultades que arrancaban desde mediados del 2014. La centro-izquierda se había dividido desde el inicio de las reformas de Bachelet. Los Walker y Zaldivar, entre otros cuestionaban, cocinaban y morigeraban las propuestas de la Presidenta. La derecha y los medios de comunicación avivaban la cueca.