Sebastián Piñera no tiene forma de tener un legado democrático, como algunos plantean, sino más bien un actuar político centrado en sí mismo, que hasta el último minuto de su vida, creyó que podía controlarlo todo a su manera, sin importarle las circunstancias, las consecuencias y los mensajes que le daba su entorno, que fiel a su estilo, jamás los consideró.