Lo cierto es que la venganza estadunidense en contra de Assange, la restauración de la hegemonía de la superpotencia en el subcontinente y la trágica regresión política, económica y social que sufre el Ecuador se conjuntan en un escenario nefasto, caracterizado por la criminalización de la objetora de conciencia Manning, el informador Assange y el dirigente Patiño. En esa cacería humana, orquestada desde la Casa Blanca, Londres y Quito participan como aliados menores.