Más de un militante del Frente Amplio uruguayo (FA), hoy replegado en su ámbito privado, me ha manifestado razones de malestar o insatisfacción con el curso del gobierno. Pero si las políticas gubernamentales le resultaran óptimas, ¿no abandonaría también su rol militante para devenir en espectador del destino colectivo de su país? ¿Hace algo el FA para recuperarlo a su tejido organizativo y discutir las razones de su quietismo?