Hay motivos razonables para pensar que, con la dimisión de Renzi, fracasa el proyecto del Partido Demócrata nacido en 2007 de la fusión de los partidos ex comunistas y ex democristianos italianos; un proyecto de “catch-all party”, que quería superar a la vieja socialdemocracia europea para mirar al modelo estadounidense de partido líquido, de cuadros, sin una ideología definida (más allá de un progresismo vaporoso y de un europeísmo insustancial) y genéricamente “reformista”.