Durante el primer gobierno de la Concertación, la política tuvo una oportunidad magnífica de apoyarse en el pueblo para convocar a una Asamblea Constituyente, tal como lo había plateado el ex presidente Eduardo Frei Montalva a objeto de darnos una institucionalidad realmente democrática. Sin embargo, se prefirió la connivencia con los derrotados; se favoreció la impunidad para los grandes violadores de los Derechos Humanos y, por expresa decisión de La Moneda, se optó dar por perdidas las centenares de empresas públicas que la Dictadura confirió a un puñado de audaces hoy convertidos en multimillonarios y los principales defraudadores del Fisco.