La vergüenza de la Corte Suprema al liberar a asesinos
Ustedes jueces de la suprema vergüenza, no tienen idea lo que es ser torturado. O a lo mejor sí lo saben y les da lo mismo, por eso dejan libres a 7 asesinos en nombre de una supuesta reconciliación nacional, como señaló Hugo Dolmestch. Pero, su señoría, lo que sucede es que yo no quiero reconciliarme con mi torturador ni con ningún asesino, pues –les reitero– ustedes no saben o no quieren saber lo que es ser torturado. Yo se los voy a decir.
Desnudo, encapuchado, amarrado, te enfrentas ante la más terrible de las soledades. Sí porque no es una, son varias al mismo tiempo: la soledad de la incertidumbre, de la oscuridad, del silencio, de los gritos, de la vida y la muerte. Nunca sabes de donde vendrá el primer golpe, y el torturador –al que tú otorgaste el beneficio de la libertad– gozaba con tu miedo. Disfrutaba cada minuto, mientras uno, enclaustrado en las fronteras de su capucha, intentaba adivinar entre los gritos propios y de ellos, por dónde vendrían los puñetazos o patadas en un vano esfuerzo por aminorar el dolor. Era imposible. Así sobrevenía la avalancha de golpes, y luego, el silencio que asomaba como un oasis de tranquilidad en medio de la tormenta, mas era tan solo un espejismo. Estaba todo calculado; ahí estaban los militares, civiles y médicos vigilando cada uno de tus movimientos para continuar la tortura.
Indultados. Fue/es muy dura la derrota
Algo sucede para que los uniformados que dan las órdenes, y los que aprietan el gatillo no les pase nada, que puedan seguir existiendo tranquilos; que luego de haber matado a tantos indefensos les sale barato, posiblemente porque la vida de sus enemigos no vale nada, así se lo enseñan y por eso ejercen su vocación de criminales.
La suprema traición y la traición suprema
En Chile la impunidad se ha transformado en el objetivo central, acordado por los que nos han gobernado por décadas, con los que se encubre, y esto obedece simplemente a la culminación de un proceso sistemático de la implementación de ella, por lo tanto podemos establecer que, la Corte SUPREMA TRAICIONA el Derecho Internacional Humanitario y los Gobiernos de la Concertación y Nueva Mayoría han cometido una TRAICIÓN SUPREMA a las víctimas de atropello a sus derechos humanos y sus familiares, al no haber tomado las medidas para evitar lo sucedido.