El nuevo capitalismo que se despliega luego de la crisis de 2008 posee una estructura contra intuitiva: el trabajador precario (sin derechos, contrato, salario mínimo) comienza a tener que asumir los costos de los propios medios de producción, mientras el capital comienza a acumular en forma pre-capitalista (cobrando rentas sobre su territorio digital, cual señor feudal sobre el siervo), para reinvertir en forma ficticia e improductiva (privilegiando las rentas financieras sobre la producción), tal como lo hacían sus pares feudales.