Ni yo tengo el talento novelístico de Thomas Mann, ni Cúcuta el encanto de Venecia. Pero la colombiana también es una ciudad para morir, si no por amor, al menos por burundanga. Allí se libró la batalla de los puentes, documentada por Carlos Azpurua. Entonces se dijo que del lado enemigo de Venezuela no hubo bajas, aunque el vertedero de la historia alberga cuatro cadáveres políticos que testimonian lo contrario: Macri, Piñera, Duque y Abdo. […] No los derrotaron las tropas venezolanas, sino sus propios pueblos.