Las siete plagas atacan a Haití
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
14 años atrás 13 min lectura
12 de enero del 2010, un terremoto arremetió contra esta
ciudad, mártir de múltiples catástrofes, tanto políticas, como ambientales,
sociales y naturales: ora una cuasi guerra civil, ora una dictadura feroz –
como la de los Duvalier – ora un ciclón y hoy, un terremoto.
Cuando estuve Observador internacional, en la primera
elección democrática, en 1990, alojé en el hotel Montana, al perecer hoy
completamente destruido. Pocos pueblos en la historia de la humanidad han sido
tan golpeados, valerosos y dignos, como el haitiano: pareciera que la historia
y la naturaleza se han ensañado con el
primer pueblo negro que se liberó de la esclavitud, en 1804.
Al terremoto se
agrega la epidemia de cólera y hoy unas
elecciones cuestionadas por la mayoría
de los candidatos. Desde la
liberación de los esclavos Haití
no logra salir de la categoría de estado fallido hoy ocupado por la misión
de naciones unidas
Una mirada a la historia de Haití:
Cité Soleil, una miserable población marginal, de 300.000
habitantes, vive una situación de caos y miseria; las bandas armadas dominan
ese sector y, no pocas veces, los cascos azules han sido víctimas de asaltos y
secuestros. La llamada república de Puerto Príncipe, que consume todos los
recursos de este pobre país, cuya medio ambiente ha sido destruido por el
hombre, está muy lejos de ser una ciudad tranquila: en la frontera con Santo
Domingo mueren asfixiados 25 haitianos que huían de cotidiana vida marginal y
cascos azules españoles son apedreados, sin contar con el asesinato de dos soldados jordanos en Cité
Soleil.
Pocas veces ha existido un desplazamiento de más de 7.000
cascos azules y 1.500 policías para garantizar la mantención de un precario
orden. El apoyo a la misión de Naciones Unidas cuenta con Brasil, Chile,
Argentina, Guatemala, Perú, Ecuador y Uruguay, además de Estados Unidos,
Francia, España, Jordania y otros países; era de esperar, considerando la
fuerza militar de la ONU,
Haití, que este país estuviera pacificado.
La isla del caribe, por su situación geográfica, es uno de los centros
del transporte de narcóticos a los Estados Unidos; la corrupción alcanza ala
clase política, la policía y a los funcionarios de las distintas
reparticiones.
La verdad es que las misiones de los Organismos
internacionales, en su mayoría, han sido ineficaces: de la OEA, mejor no hablar: es un
club de baile folklórico, financiado por los yanquis; recuerdo que a raíz de la
invasión imperialista a la República Dominicana, los chilenos gritábamos: la OEA es como las huevas. Este
Organismo, hasta ahora, no ha colaborado para resolver ningún problema
latinoamericano, y es mejor que no meta su nariz, ya ven cómo Bolivia va a
salir adelante con Evo Morales y sus aymaras sin ninguna ayuda de la OEA; la FAO está conformada por unos
gorditos, buenos para la buena mesa, alrededor de la cual hablan del hambre en
el mundo; la ONU
ha fracasado en casi todas sus misiones: en la lucha del Frente Polisario
contra Marruecos y Mauritania, cuya única tarea consistía en realizar un censo
de los nómades del ex Sahara español; en 1996 fracasó en el Congo y, en 1999,
en Timor Oriental; al parecer no se vislumbra un lucimiento en Haití.
Nada más fácil para encubrir un fracaso que declarar a una
nación inviable y terminar en un fideicomiso o un protectorado; es de esperar
que esto no ocurra en Haití, aunque declaraciones de nuestro inefable José Miguel Tobi Insulza, planteando la
prolongación de la misión de Naciones Unidas por años, no parecen lejanas a tan
malhadada idea.
El CEP -en francés, o el KEP, en criollo, es el organismo
electoral autónomo, instituido en la Constitución haitiana de 1987 – confiesa que
hasta el momento no ha logrado inscribir los tres millones quinientos
ciudadanos, que votaron en las elecciones de 1990. La verdad es que no me
extraña que la memoria electoral de los haitianos no sea muy buena: en 1957
triunfó el tirano Francois Duvalier; en 1988 fueron asesinados miles de ciudadanos,
a manos de los militares, en los recintos de votación, resultando elegido,
espúreamente, el amigo de la Democracia Cristiana venezolana, Leslie Manigat;
sólo en 1990, bajo el control de la
OEA, la ONU,
la Comisión Carter,
las Internacionales demócrata cristiana, socialista y liberal, fue posible
elegir al sacerdote Jean Bertrand Aristide, con más del 65% de los votos.
El mundo político haitiano es complejo: para estas
elecciones de febrero hay, hasta ahora,
36 candidatos inscritos, siendo el favorito en las encuestas René
Preval, ex primer ministro de Haití, y seguidor de Aristide, con más o menos un
37% de las preferencias. La verdad es que yo no creo mucho en las encuestas
haitianas, pues cuando tuve la oportunidad de participar en las elecciones de 1990, como observador, me causaba sorpresa
las encuestas efectuadas por los encargados quebequenses de esa elección, pues
los entrevistados, para ser simpáticos con el entrevistador, contestaban a favor
de lo que ellos creían eran las preferencias de la OEA. Nuevamente se
presentan los viejos candidatos de 1990: Leslie Manigat, cercano a la Democracia Cristiana,
Serge Gilles, de la social democracia internacional y, entre los nuevos
candidatos, André Appaid, empresario ultra derechista, y el reaccionario
Charles Becker ..
Es evidente que las fuerzas de ultraderecha, con resabios de
la dictadura de Duvalier, va a ser que acepten una posible victoria de
René Préval; ya en 1990, los ex Tontons
macoutes dispararon contra los seguidores de Aristide, en el elegante barrio de
Pétion Ville, en la zona alta de Puerto Príncipe; entre la primera y segunda
intentaron un golpe de Estado, que fracasó; después apoyaron al general Cedras,
el Pinochet del Caribe; recientemente, los candidatos Appaid y Becker
encabezaron una manifestación contra la misión de Naciones Unidas en Haití, y
siguen difundiendo todo tipo de ataques a los representantes de la ONU.
Las Constituciones son de papel y los fusiles de acero
La
Constitución haitiana es una de las más avanzadas de América
Latina: a pesar de ser firmada por un militar, el general Henri Namphi, y
aprobada por el 68% de los ciudadanos, reconoce como lenguas oficiales el
francés y el créole; crea una Comisión Electoral – el CEP- , independiente del
Ejecutivo y del Legislativo; el régimen político es el semi presidencial, que
consta de un presidente, un primer ministro y una asamblea legislativa; las
elecciones son con ballotage; se garantiza el respeto a los derechos humanos, y
se proscribe políticamente a quienes han atropellado los derechos humanos en la
dictadura de Duvalier; por ejemplo, en 1990, el candidato Tonton Macoute
Lafontaine fue recusado por el tribunal electoral, lo mismo ocurrió con Leslie
Manigat, que no podía ser reelegido para un período inmediato y todos los
poderes locales son elegidos popularmente. La verdad es que los militares se
limpiaron el traste
con la
Constitución, en la dictadura de Cedras.
Haití, hija de Francia y de África
Cuando el 6 de diciembre de 1492, Cristóbal Colón llegó a la Española creyó encontrar
el paraíso de las utopías de Tomás Moro y Campanella: Santo Domingo – La Española – fue siempre
disputada por españoles, franceses, ingleses, piratas y bucaneros; los nativos
fueron aniquilados diezmados por las pestes y asesinatos y, en su reemplazo,
llegaron los negros esclavos, traídos de Costa de Marfil, Guinea, Senegal y
Mozambique, especialmente; cuando el esclavo no moría durante el trayecto, se
suicidaba o trataba de huir, este es el origen del "maronage"; las mujeres
buscaban el aborto para evitarle a sus hijos la vida miserable que les
aguardaba.
Haití y el mito del
buen salvaje
Montesquieu, en el Espíritu de las Leyes, critica la
institución de la esclavitud; para Voltaire, Santo Domingo era mucho más
valioso que Canadá, a la cual comparaba con "una bola de nieve", por su
inclemente invierno; Bernardine de Saint Pierre, en su obra Paul et Virginie,
exalta el amor entre salvajes. En París se funda la sociedad de amigos de los
negros, en la cual militaban, nada menos que Condorcet, Lafayette y el abate
Gregoire, su lema era "todos somos negros esclavos". Se sabe que Rousseau
inventó el mito del buen salvaje, corrompido: el hombre nace libre, sin
embargo, está lleno de cadenas.
Santo Domingo, la vida era muy distinta al ideal de los
ilustrados: estaban los grandes blancos, dueños de las tierras y los esclavos;
los pequeños blancos eran comerciantes que aspiraban a ser poderosos; otro lo
formaban los mulatos, los negros libertos y los negros esclavos. La sociedad
estaba extraordinariamente estratificada y las relaciones entre cada uno de
estos grupos era de explotación y desprecio mutuo.
La primera nación de esclavos liberados
Toussant Louverture, un ex esclavo liberado, logra
derrotar a las tropas españolas y, en
1778, es dueño prácticamente dueño de Santo Domingo. Napoleón, como buen
nepotista, nombra a su cuñado Víctor Leclerc como gobernador de la Isla; éste traiciona a
Toussant, ordena detenerlo y lo deporta a Francia, país donde el precursor de
la independencia fallece. Su sucesor, Jacques Dessalines, proclama la
independencia de Haití el 1º de enero de 1804, en la Plaza de Gonaives. Así, se
convierte en el primer país independiente de América Latina. Desde esa época ha
sido tierra de asila para los héroes de la independencia latinoamericana: en
1806, Francisco Miranda vive en Haití y, en 1816, Simón Bolívar parte con 30
oficiales haitianos, desde el Puerto de Calles, a liberar la Gran Colombia.
Libertad y opresión durante el siglo XIX
A la muerte de Dessalines, Haití se divide en dos
territorios: Ciudad del Cabo es un imperio, dirigido por el novelesco Henri
Christopher, quien construye el famoso Castillo de Saint Sucy y en base a la
explotación más brutal y sanguinaria pretende defender a Haití de toda invasión
extranjera. Christopher se suicida empleando una bala de plata. Este personaje
forma parte de El siglo de las luces, de Alejo Carpentier. El otro territorio,
Puerto Príncipe, es gobernado por el presidente vitalicio, Pétion.
Posteriormente, Jean Pierre Boyer logra que Francia reconozca la independencia
de Haití, previo pago de una jugosa indemnización.
Durante todo el siglo XIX se suceden gobiernos militares,
con intervalos de presidentes y liberales.
La ocupación norteamericana de Haití, (1915-1934)
Haití redescubre su
cultura durante este largo período de ocupación. El héroe, Charlemagne Peralta
que forma guerrillas contra los invasores, es asesinado en 1919. El intelectual
Prince Mars escribe varios libros sobre el vudú, sobre el idioma créole y la
relación de Haití con la cultura africana – el créole es un idioma creado para
confundir a los explotadores franceses, mezcla de palabras galas e idiomas
africanos -, el vudú es una religión que sostiene la relación entre los vivos y
los muertos; los ouganes son los sacerdotes vudú, quienes tienen un gran
dominio sobre la comunidad; se puede afirmar que el 98% de los haitianos
profesa, simultáneamente, el catolicismo o el protestantismo y el vudú.
Radiografía de una dictadura
En 1957 todo el mundo esperaba que ganara el blanco Luis
Déjoie, hombre preparado y con apoyo de Francia, la iglesia católica y de
Estados Unidos, pretendía instaurar la democracia en el país; su rival era un
hombrecillo insignificante, que había servido, como médico, a los
norteamericanos y que escribía libros de antropología; llevaba unos gruesos
anteojos, que disimulación su casi ceguera; era tímido y aflautado en el
hablar. Esta es la somera descripción de Francois Duvalier que, por la
intervención del ejército, logró triunfar sobre Luis Déjoie, por 669.000 votos
contra 286.000, respectivamente. El pueblo haitiano siempre llama con
sobrenombres cariñosos a sus gobernantes, en este caso Papá Doc. La confusión
entre un conflicto de razas y de clases ha caracterizado la historia haitiana:
Papá Doc es el líder de los negros contra los mestizos; muy hábilmente se
mostrará como el sucesor de Dessalines cambiando, incluso, el color de la
bandera haitiana, de azul y rojo a negro y rojo; como el ejército ha sido
siempre el amo de la historia de Haití había que destruirlo construyendo unas
milicias privadas, llamadas Tontons Macoutes, similares a la DINA, CNI, GESTAPO, y otras.
Era el viejo el viejo cuento del tío que, con un saco, se robaba a los niños
que se portaban mal; en cada familia, en cada comunidad, había un Tonton
Macoute que enviaba a la muerte a los opositores del régimen.
Todo marchaba bien para Duvalier: en el Caribe estaban en el
poder sus amigos, los dictadores, Trujillo, en la vecina Santo Domingo, el cabo
Fulgencio Batista, en Cuba. Duvalier vendía como esclavos a los haitianos, para
explotar el las zafras en República Dominicana. Rafael Leonidas Trujillo
asesinaba a los emigrantes haitianos, obligándolos a pronunciar la palabra
"perejil", impronunciable en español para quienes hablaban el francés como
lengua materna. Francois Duvalier, como buen antropólogo, supo usar a los
sacerdotes vudú en su favor, sólo le faltaba conquistar a la iglesia católica,
lo que consiguió firmando un Concordato, por medio del cual podía nombrar a los
obispos; demás está decir que el clero haitiano es uno de los más corruptos de
América Latina. El amigo de Papá Doc fue asesinado en Santo Domingo, lo cual
trajo desasosiego al dictador, descubriendo que los tiranos también mueren.
Antes de fallecer Francois dejó un testamento que garantizaba la sucesión de su
hijo, gordo mórbido y limítrofe, Jean Claude, llamado por el pueblo Baby Doc.
De repente, todo cambió: los dictadores fueron cayendo paulatinamente, en Cuba,
el cabo Batista fue derrocado por los guerrilleros de Fidel Castro, el "sapo
con banda" Marco Pérez Jiménez, de Venezuela, fue reemplazo por los
socialdemócratas de ADECO, en Colombia cayó el dictador Gustavo Rojas Pinilla;
con el Papa Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, el
catolicismo optó por los pobres; en estados Unidos gobernó Jimy Carter, quien
planteaba una política de respeto derechos humanos; Jean Claude Duvalier se vio
obligado a permitir un asomo de libertad de prensa: fue la Radio Soleil, de la
iglesia la que animó una campaña que terminó por precipitar la huida, a
Francia, del atrasado mental y sanguinario dictador, quien dilapidó todo el
dinero robado a los haitianos y ahora se plantea volver para las elecciones de
2006 -tiene tantas patas como un tal Daniel López Pinochet-.
La transición interrumpida
Como el ejército era la única fuerza organizada, a la caída
de la dictadura de Baby Doc, toma el poder el general Henri Namphy, quien llama
a elecciones en 1988, comicios famosos por el asesinato de varios electores.
Posteriormente, Namphy es derrocado por los llamados "pequeños soldados",
militares populistas cuyo jefe, Joseph Hebreaux, analfabeto, que siempre
aparecía en las fotos acompañado de un antiguo militar duvalierista, el general
Avril quien, a su vez, derroca a Hebreaux y, posteriormente, es sacado por el
pueblo nombrándose a la jueza de la Corte Suprema, Erza Pascal, quien solicita la
ayuda de la Onu,
de la OEA y del
CARICOM, (Unión de países del Caribe), para llevar a cabo elecciones , el 15 de
noviembre de 1990. El candidato predilecto de Estados Unidos es un ex ministro
de Duvalier, Marc Bazan llamado "Mr.
Limpio", por negarse a ser cómplice de los robos de la dictadura. No se
esperaba un triunfo tan contundente de un cura de derechos humanos, quien en
pocos meses de campaña logró un inédito apoyo popular, que lo llevó a un 65% en
las elecciones más controladas por los observadores internacionales en la
historia de Haití.
La continuación de esta historia de desencuentros es bien
conocida: Aristide es derrocado por el Pinochet haitiano, general Cedras quien,
a su vez, es sacado por sus amos norteamericanos y franceses, y repuesto
Aristide. Por último, en 2004, Aristide es sacado del poder por estas mismas
potencias.
Haití sigue siendo el
paraíso de la corrupción por la droga: grupos armados secuestran y asesinan, el
pueblo no encuentra el camino de la libertad y ninguna salida a la miseria. Al
parecer, estos antiguos esclavos libertarios difícilmente saldrán del marasmo,
sin embargo, es uno de los pueblos más creativos de América.
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