México: La masacre como forma de dominación
por Raúl Zibechi (Uruguay)
11 años atrás 6 min lectura
«El narco es la excusa. Pero el narco no existe. Son los negocios que forman parte de los modos de acumular/robar de la clase dominante. No estamos ante “excesos” policiales esporádicos, sino ante un modelo de dominación que hace de la masacre el modo de atemorizar a las clases populares para que no se salgan del libreto escrito por los de arriba, y que le llaman democracia: votar un día cada cinco o seis años y dejarse robar/asesinar el resto del tiempo.»
Mientras sostenía el Premio Tata Vasco 2014, entregado por la Universidad Iberoamericana en Puebla a Fudem (Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México), uno de los pocos varones del grupo de 25 familiares que acudieron al acto gritó: «Esto es una guerra». El dolor inimaginable de los familiares los fuerza a mirar de frente y sin vueltas la realidad que sufren.
En efecto, hay una guerra contra los pueblos. Una guerra colonial para apropiarse de los bienes comunes, lo que supone la aniquilación de aquellas porciones de la humanidad que obstaculizan el robo de esos bienes, ya sea porque viven encima de ellos, porque se resisten al despojo o, simplemente, porque “sobran”, en el más crudo sentido de que son innecesarios para la acumulación de riqueza.
Una guerra colonial, además, por el tipo de violencia que utiliza. No sólo se asesina. Se decapita y se desmiembra para regar las partes a la vista de la población, como escarmiento y advertencia. Para infundir miedo. Para paralizar, impedir cualquier reacción, en particular las acciones colectivas.
No se trata de una tecnología novedosa. Fue utilizada por la Corona española para aniquilar las luchas indígenas. Allí la aprendieron los nuevos colonizadores. Túpac Amaru fue descuartizado vivo delante de la multitud reunida en la plaza de armas de Cusco.
Amaru fue obligado a presenciar la tortura y asesinato de sus dos hijos mayores y de su esposa, además de otros familiares y amigos. Antes de morir fueron torturados, les cortaron la lengua, todo un símbolo de lo que realmente molestaba a los conquistadores. El hijo menor, de sólo 10 años, fue obligado a presenciar la tortura y muerte de toda la familia, para ser luego desterrado a África.
La cabeza de Amaru fue colocada en una lanza exhibida en Cusco y después en Tinta, sus brazos y piernas fueron enviados a ciudades y pueblos para escarmiento de sus seguidores. Túpac Katari y sus seguidores sufrieron más o menos los mismos tormentos y sus restos fueron también esparcidos por los territorios de lo que hoy es Bolivia. No es nueva la crueldad de los nuevos conquistadores. Antes se trataba de apoderarse del oro y la plata; ahora es la minería a cielo abierto, los monocultivos y las hidroeléctricas. Pero en el fondo, se trata de mantener a los de abajo en silencio, sometidos y quietos.
La masacre es la genealogía que diferencia nuestra historia de la europea. Aquí las formas de disciplinamiento no fueron ni el panóptico ni el satanic mill, la “fábrica del diablo” de la Revolución Industrial y la explotación capitalista, retratada por el poeta William Blake y analizada con rigor por Karl Polanyi. El cercamiento de campos a partir del siglo XVI en Inglaterra, “una revolución de los ricos contra los pobres”, es analizada como el quebrantamiento de los viejos derechos y costumbres por los señores y nobles, “utilizando en ocasiones la violencia y casi siempre las presiones y la intimidación” (“La gran transformación”, La Piqueta, p. 71, subrayado mío).
Aquí la violencia fue, y es, la norma, el modo de eliminar a los rebeldes (como en Santa María de Iquique, Chile, en 1907, cuando fueron masacrados 3 mil 600 mineros en huelga). Es el modo de advertir a los de debajo de que no deben moverse del lugar asignado. Aquí hemos tenido, y tenemos, esclavitud; nada que se parezca al “trabajador libre” que promovió el desarrollo del capitalismo europeo al robarles las tierras a los campesinos.
Nótese que en las guerras de independencia entre criollos y españoles, los insurgentes apresados por los realistas no fueron torturados. Miguel Hidalgo y José María Morelos, por mencionar destacados rebeldes criollos, fueron juzgados y luego fusilados como se hacía en la época con los prisioneros de guerra. Sólo el color de piel explica el diferente trato que tuvieron Túpac Katari y Túpac Amaru, como todos los indios, negros y mestizos de nuestra América.
No es historia. En el Brasil democrático, la organización Madres de Mayo contabiliza, entre 1990 y 2012, 25 masacres, todas de negros y pardos, como la que dio origen a su militancia: en mayo de 2006, en el contexto de la represión al Primer Comando de la Capital de Sao Paulo (narcos organizados desde las cárceles), fueron asesinados 498 jóvenes pobres, varones de 15 a 25 años, entre las 10 de la noche y las 3 de la madrugada por la policía.
El narco es la excusa. Pero el narco no existe. Son los negocios que forman parte de los modos de acumular/robar de la clase dominante. No estamos ante “excesos” policiales esporádicos, sino ante un modelo de dominación que hace de la masacre el modo de atemorizar a las clases populares para que no se salgan del libreto escrito por los de arriba, y que le llaman democracia: votar un día cada cinco o seis años y dejarse robar/asesinar el resto del tiempo.
Lo peor que podemos hacer es no mirar la realidad de frente, hacer como si la guerra no existiera porque todavía no te han golpeado, porque todavía sobrevivimos. Esto es contra todos y todas. Es cierto que hay una porción que aún pueden expresarse libremente, manifestarse incluso, sin ser aniquilados. Siempre que no se salgan del libreto, que no pongamos en cuestión el modelo. Bien mirado, los que podemos manifestarnos a cara descubierta somos algo así como los criollos de las guerras de independencia, los que pueden esperar una muerte digna, como Hidalgo y Morelos.
Pero el tema es otro. Si queremos de verdad que el mundo cambie, y no usar la resistencia de los de abajo para treparnos arriba, como hicieron los criollos en las repúblicas, no podemos conformarnos con maquillar lo que hay. Se trata de tomar otros rumbos.
Tal vez un buen comienzo sea continuar los pasos de los seguidores de Amaru y Katari. Reconstruir los cuerpos despedazados para reiniciar el camino, allí donde el combate fue interrumpido. Es un momento místico: mirar el horror de frente, trabajar el dolor y el miedo, avanzar tomados de las manos, para que los llantos no nos nublen el camino.
– El autor, Raúl Zibechi, es periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.
*Fuente: La Jornada
Artículos Relacionados
De la Revolución de Independencia al ejercicio del Poder Constituyente
por Matías Sagredo (Chile)
11 años atrás 22 min lectura
Una estrategia jurídica más allá de las fronteras
por Manuel Acuña Asenjo (Chile)
5 años atrás 23 min lectura
Las esquirlas de la colusión del papel estallaron en el CEP
por Francisca Skoknic y Juan Pablo Figueroa (Chile)
10 años atrás 21 min lectura
Alta Tensión: Rusia responde con fuerza a las amenazas de EE.UU.
por El Robot Pescador
9 años atrás 16 min lectura
El capitalismo universitario, el papa Francisco y el ciclo reaccionario
por Boaventura de Sousa Santos (Coimbra, Portugal)
7 años atrás 8 min lectura
Putin en Latinoamérica: ¿se estremecen las Corporaciones Transnacionales?
por Carlos Santa María (Chile)
11 años atrás 14 min lectura
1 Comentario
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Chile. Pablo o Cucho, te quedas joven y rebelde en los botes que recalan en nuestro pecho
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
2 horas atrás
07 de junio de 2025
(Estoy hecho una ruina, una blanco fácil, una rotura irremediable desde que me dijeron este domingo por la mañana que Pablo ha muerto de un infarto al corazón, que es igual que un infarto al corazón para los jóvenes rebeldes de la segunda mitad de los 80 del siglo pasado.)
Las primarias del llamado «progresismo»
por Jorge Franco (Chile)
3 horas atrás
08 de junio de 2025
Los primeros debates públicos entre los candidatos del autodenominado «progresismo» han permitido poner claramente de relieve, más allá de ciertas diferencias de matiz existentes entre ellos, su base programática común. Todas las candidaturas se manifiestan partidarias de incorporar a la Democracia Cristiana.
Declaración sobre el Derecho a la Libre Determinación del Sáhara Occidental y el Derecho Internacional
por Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (España)
1 día atrás
7 de junio de 2025
“La carta que el presidente Pedro Sánchez envió, el 14 de marzo de 2022, al rey Mohamed VI de Marruecos sigue siendo el secreto mejor guardado, al menos en su versión original. En ella, el jefe del Gobierno se alineó por escrito con la solución que propugna Marruecos para resolver el conflicto del Sáhara Occidental.»
Teología Judía de la Liberación de Palestina. Renovación en marcha del judaísmo antisionista
por Diversos autores
2 días atrás
Imagen superior: Judíos protestando contra el sionismo. Llevan carteles que dicen: Sionismo es la causa del derramamiento de sangre en oriente medio. Sionismo y judaísmo son diametralmente opuestos. El…
La lucha por la democracia representativa y participativa, donde sean los trabajadores a través de sus dirigentes y organizaciones de base como los sindicatos y las juntas de vecinos los que gestionen el gobierno en la búsqueda del bien común, que a su vez se expresaría en una mejoría de la calidad de vida de los sectores populares, reivindicando sus demandas y necesidades, buscando la forma de resolverlas y demás, se materializa a partir del desarrollo y despliegue de esa gran batalla del movimiento social por la Asamblea Constituyente Autoconvocada.
A través de ella tendremos que plantear una democracia popular, antiimperialista e internacionalista, latinoamericana, independiente en lo político, soberana en lo económico e inclusiva socialmente hablando. Se trata de acabar con la economía de la especulación, con los dogmas y sentencias neoliberales, con las guerras y con las masacres a que nos someten los dominantes para de esa manera proyectar e idear un sistema económico basado en la producción, en la generación de trabajo, en la defensa de la industria nacional y un largo etcétera.