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Mercado bipólico y coludido: Lumpen empresarios

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Vicente Huidobro Comparaba  en su balance patriótico los apellidos vinosos con los bancosos que se habían apropiado del Chile Plutocrático. Carlos Vicuña Fuentes  escribía  sobre la tribu sé Judá, el grupo selecto de familias aristocráticas: Los Errázuriz numerosos y tercos, los Ovalles campanudos, los austeros y secos Valdeses, los afables y elegantes Del Río. Los Lyon aguzados y  huecos, los Amunátegui  acomodaticios y fofos. Los testarudos y codiosos  Echeñiques ,los linajudos y variados Figueroas, los vacíos y solemnes Tocornales y tantos  y tantos otros  que acechan también  la ocasión aleatoria. Hoy  algunos  de estos  apellidos  miembros  de la tribu de Judá han desaparecido sin embargo  grandes familias como los Matte y los Edwards continúan  siendo dueños del poder económico  En muchos casos los han remplazado clanes de emigrantes como los Angelini, los Luksic y el audaz especulador Sebastián Piñera. No necesitan los dueños de Chile del Poder  Político pues los  siúticos  como Gómez, Escalona, Latorre, administran mucho mejor el estado en su favor. Les basta  que la Casa Piedra sea mucho más importante que La Moneda. Que por muy socialista que se declare el presidente o la presidenta siempre  les dará un lugar preferente en su agenda. Están seguros que ninguna Ministra de Hacienda les va  subir los impuestos ni el del trabajo permitirá la negociación por área de la producción. Que importa que la Iglesia hable del salario ético o el congreso de la Democracia Cristiana de una economía social de mercado. Siempre unos pocos, cada vez menos, serán los dueños de Chile como le sostiene con todo cinismo él último de los representantes del clan  Matte   
 
En 1960, el joven Ricardo Lagos Escobar publicó un libro que, hasta ahora, saca roncha, cuyo título, “La concentración del poder económico en Chile”, dio pábulo a una serie de mapas de la extrema riqueza. Cabe preguntarse, después de casi medio siglo, si el poder económico sigue tan concentrado como en la década del 60; creo que lo es aún más, pues las empresas del estado fueron  privatizadas y, además, se mueven por una serie de fusiones y adquisiciones clásicas del darwinismo económico:

En el retail, las dos cadenas más importantes –Cencosud y Falabella – son dueñas del 80% del mercado; VTR y Metrópolis poseen el 92%; Endesa, Enersis y Gener, el 80% del interconectado central Chilectra y Enersis el 80 % de la distribución; Copec y el Grupo Matte monopolizan las celulosas; Lan-Chile, el 70% del tráfico aéreo; Próvida y Hábitat, el 78% de los cotizantes de AFPs; en el plano de las comunicaciones, la empresa El Mercurio tiene el 48% del avisaje y Copesa el 29%; tres cadenas de Farmacias copan el 88% del mercado de la salud.

Es cierto que a todas estas empresas no se les puede llamar monopólicas pero, en  cada caso, son dos o tres que dominan el mercado y que hábilmente saben repartírselo para evitar la competencia. La ley conceptúa un Tribunal de la libre competencia, pero su poder coercitivo es muy mínimo, pues se limita a bajas multas, en UTM, sin penas aflictivas. Es cierto que los grupos económicos no son los mismos que denunció el joven, licenciado en derecho, Ricardo Lagos: hoy todos ellos abarcan distintos rubros que van desde la producción de materias primas a las finanzas. Los Angelini, los Luksic y los Piñera están clasificados, por la Revista Forbes, entre los multimillonarios del mundo; diez y seis grandes grupos económicos poseen el 80% del PIB. Todas las empresas han tenido ganancias superiores a un 34% y no se caracterizan por pagar buenas sueldos a los trabajadores, salvo honrosas excepciones. En estas condiciones de extrema concentración de la riqueza y el consecuente empobrecimiento de los trabajadores, es difícil pensar un pacto social en condiciones de mínima equidad.  
24/07/09

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