Estados Unidos, el más poderoso país «emergente»
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
18 años atrás 6 min lectura
La historia, la sociología y la economía son disciplinas dinámicas: de nada sirve el intento conservador de detener su rumbo, pues día a día cambian los pronósticos, hoy la mayoría a la baja. A comienzos del siglo XX, China e India eran, prácticamente, parias en el mundo, por ejemplo, se decía “trabajar como chinos”. Recuerdo aún, en plena guerra de Corea, que en programa Hogar, dulce hogar, de Eduardo de Calixto, la suegra del personaje principal lo llamaba el coreano traidor. El poeta Vicente Huidobro, un anglófobo, escribió un libro llamado Finis Britania, incluso, inventó un rapto llevado a cabo por los agentes de la “pérfida Albión”; este engaño lo hizo perder la amistad de su gran amigo, el pintor Juan Gris; Nicolás Palacios abominaba de la explotación colonial de la India. Hoy, China e India crecen más de un 10% anual, y están evitando la caída de la economía mundial.
Desde otro punto de vista, en 1910 el automóvil Ford era, prácticamente, un lujo y su creador, Henry Ford, el modelo del emprendedor capitalista del país del norte. Se decía que si las cosas marchaban bien para la General Motors, quería decir que Estados Unidos estaba creciendo. Actualmente, la deuda Ford y General Motors encabezan los bonos basura, es decir, han bajado desde la tripe A a la triple B, en las calificadoras de riesgo; ya la Toyota desplazó a la Ford en el segundo lugar y, muy luego, lo hará con la GM en el primero.
Los bancos norteamericanos están en perdida en casi 90.000 millones de dólares, a causa de créditos impagos y ninguna de estas entidades presta dinero a la otra. Para poco han servido las millonarias inyecciones de liquidez, por parte de los bancos mundiales; nuevamente, el mundo emergente viene en su auxilio. Los ricos emiratos árabes y China están comprando las acciones de Citigroup, que hoy se han abaratado enormemente a causa de la baja en el mercado accionario.
Hoy todos están de acuerdo en que asistimos a una baja muy superior al 2%, considerada como la velocidad de crecimiento en la economía norteamericana. Entre los analistas hay de todo: los más optimistas pueden apostar a 1.8% o al 1.5%; otros más realistas, al 0.5%; los más pesimistas como Merrill Lynch o Goldman Sachs sostienen que Estados Unidos ya en recesión. No falta el mal pensado que acusa a estas agencias de inversión de querer presionar a la FED para que baje las tasas de interés al 3% o al 2.8%, durante el año 2008.
Dejemos de lado esta bizantina discusión y veamos cuáles son las características de una recesión: según algunos economistas, es una contracción del PIB durante dos trimestres sucesivos; según otros, se distingue por los siguientes elementos: en primer lugar, una baja pronunciada de la producción industrial –el indicador ya está presente, tuvo en el mes de noviembre 47,7 puntos, es decir, 2.5 puntos menos de cincuenta, que se considera neutral; menos de esta cifra es contracción-; en segundo lugar, un aumento en el desempleo – hoy Estados Unidos está en el 5% de cesantía y sólo creó 18.000 empleos nuevos cuando se esperaban 60.000; en tercer lugar, una fuerte disminución en las ventas reales y una baja de un 7% en las ganancias de las empresas.
Hasta el día de hoy, Bush y los miembros del gobierno niegan la existencia de una recesión, incluso afirman que la economía estadounidense está sana; si lo sostienen estor personeros, hay que pedir por abajo, como en el tacho. Hasta ahora no se han comprobado los efectos catastróficos en la vida cotidiana de los ciudadanos, pero es evidente que están nerviosos y pesimistas.
Se critica a Ben Bernanke, presidente de la FED, por la lentitud en reaccionar; la verdad es que no la tiene nada de fácil: con una inflación de 3.8% y una recesión inminente, no le es fácil decidir hacia qué lado llevar las prioridades. Al parecer, al fin captó que lo que hay que combatir, en primera instancia, es la recesión y no la inflación y que es preciso pagar el precio de nuevas devaluaciones del dólar.
En el neoliberalismo no existe más que el mercado: es el único Leviatán, por lo tanto, importa bien poco los padecimientos de la gente – los seres humanos son sólo agentes económicos-. El mercado, como Polifemo, tiene un solo ojo: mira nada más que los índices bursátiles. El Dow Jones y el SP500 son sus verdaderos oráculos: el primero ha perdido desde su valor más alto en octubre, 14.000 puntos, al más bajo, el viernes 11 de enero, a 12.500 puntos, lo que equivale a perder, en diez días del año 2008, el 4.86%. Me parece absurdo exigir a Bernanke que en una economía neoliberal considere otro elemento que no sea el mercado; la FED no es la “inquisición” para limpiar la economía de especuladores, por medio de sangrías necesarias, sino que es un organismo al servicio de los republicanos, que son sus patrones.
Acabo de leer un artículo, firmado por un abogado español, Jesús Suárez González, Es la economía estúpido, en el cual recuerda la frase de Bill Clinton, que no se sabe si es verdadera o falsa, que le permitió al candidato demócrata triunfar sobre el padre de Georges W Bush, que venía de ganar la guerra contra Irak, sin embargo, tenía una economía en muy mal estado, igual que hoy, su hijo.
La encuesta de CNN prueba que la economía es la primera preocupación de los norteamericanos y es por ahí que van a ganar los demócratas en las próximas elecciones presidenciales. Las dos Primarias realizadas hasta ahora han demostrado que los electores estadounidenses rechazan con fuerza la política de Bush; el “cambio” se ha instalado y este sentimiento explica el triunfo momentáneo de Barak Obama, que ha sabido atraer a los jóvenes, a los emigrantes y a los afroamericanos, entre otros. Obama encarna los sueños de la revolución no-violenta de Martín Luther King, es decir, una verdadera revolución moral y electoral. Este agotamiento se hace extensivo al establecimiento de la clase política, que explicaría la dificultad que tiene Hillary Clinton para vencer al sorpresivo e inexperimentado Obama.
Respecto a los países llamados emergentes, el crecimiento dependerá de la extensión y profundidad de la crisis norteamericana: si la recesión, que está a la vuelta de la esquina, es leve y corta, sufrirán menos sus embates, pero es larga y estructural, los golpeará fuerte. Por lo demás, no ocurrirá lo mismo en todos los países: México será el más afectado en América Latina, Colombia y Chile, en un lugar intermedio y Brasil y Argentina, que sólo tienen el 20% de su comercio con Estados Unidos, podrán salir mejor librados. De todas maneras, hasta ahora el Bovespa sigue estando bastante alineado con los movimientos de alza y baja de las Bolsas norteamericanas. Hasta ahora, los bonos norteamericanos se han comportado bastante bien, pero es incierto su porvenir debido a la inflación y a al vuelo a la calidad, que prefiere los bonos del tesoro. Es pertinente señalar que los bonos brasileros están logrando grados de inversión y, por lo tanto, hasta ahora el riesgo país no ha aumentado. No necesariamente una recesión norteamericana significa una baja en las commodities, como lo probó la crisis de 1970, por consiguientes, no se puede descartar los riesgos de una recesión acompañada de inflación. Podemos verlo como queramos.
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