¿Es el TPP11 un candado para impedir modificaciones a nuestra Constitución?
por Olga Larrazabal S. (Chile)
5 años atrás 7 min lectura
El jueves 17 fue aprobado el TPP11 en la Comisión de Constitución del Senado. Mientras las protestas se convertían en un torbellino de demostraciones pacíficas y acciones violentas y vandálicas -ejecutadas por grupos sospechosamente muy bien organizados- el trámite del TPP1 sigue su curso en el congreso. Y, lo que no podemos perder de vista, es que estos tratados exigen un congelamiento de la situación jurídica de los países firmantes, por lo tanto, de ser aprobado definitivamente por Chile, se convertiría en un candado que elimina o hace muy cara la posibilidad de cambiar la Constitución.
26 de Octubre 2019
Hay hechos ocurridos en estos días en forma casi paralela.
Por un lado tenemos que el día Jueves 17 la Comisión de Constitución del Senado aprobó el Tratado Transpacífico también conocido como TPP-11. La decisión se adoptó con los votos a favor de Andrés Allamand (RN) Felipe Harboe (PPD) y Victor Pérez (UDI) mientras que el único voto en contra fue del senador Francisco Huenchumilla (DC)
En el mes de Junio, 13 senadores de oposición, liderados por el parlamentario frenteamplista, Latorre ,presentaron un requerimiento de inconstitucionalidad en contra del TPP-11. Horas después, el organismo resolvió no acoger el recurso.
Simultáneamente con la aprobación del TPP-11, en la Región Metropolitana, producto de un alza en el pasaje del Metro santiaguino, los estudiantes se rebelan contra esta alza y comienzan a entrar al Metro sin pagar pasaje.
A renglón seguido varias estaciones del Metro son quemadas simultáneamente y con una técnica impecable en las zonas de bajos ingresos, sin que se haya encontrado quién lo hizo.
Esto gatilló el furor del ejecutivo que declaró que se había desatado una guerra interna y procedió a sacar a la calle la fuerza pública, carabineros y soldados, al declarar un estado de excepción y toque de queda.
Estas acciones desencadenaron el furor de la población quienes salieron a la calle a protestar por la represión sacando a flote todas las imposiciones agraviantes y precarizantes impuestas desde 1973 en adelante.
Siete días después y con el país cuasi paralizado, 1 millón doscientas mil personas se reunía en la alameda pidiendo cambios en la organización política del Estado hecha carne en la Constitución de 1980 de Pinochet en referencia a las obligaciones asistenciales del Estado en materia de educación, salud, sueldos, pensiones, transportes, privatizaciones de la energía, agua, recursos naturales, calles, caminos y carreteras que han generado pagos abusivos de tarifas, y descontrol absoluto de las fallas del mercado, monopolios, colusiones, inequidades e injusticias manifiestas.
¿Que relación tienen estos dos actos?
Por supuesto que están relacionados negativamente. Todas las demandas de las personas que han salido a flote y han paralizado el país por una semana, convergen en la idea de que hay que producir un gran acuerdo político y modificar una Constitución que implantó un estado subsidiario que no pincha ni corta, en las actividades que la gente exige que el Estado vuelva a liderar o por lo menos a controlar en forma efectiva su eficiencia y equidad.
Incluso en una entrevista al Decano de la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile, Pablo Ruiz-Tagle hecha por el Mostrador, este comparte la opinión de que el único modo de salir de este impase en forma airosa, es con una nueva Constitución, y el afirma que el Parlamento tiene la oportunidad de hacerlo.
Suena razonable si la mayoría de los chilenos lo desea.
Pero, ¿Qué hacemos con el TPP-11 que pone todo tipo de condiciones y trabas a cualquier cambio institucional de los países miembros?
¿Será esta aspiración de modificar nuestra Constitución frustrada por un acuerdo internacional, para el cual tampoco hemos sido consultados?
Lo claro es que las personas están tan desestabilizadas y rabiosas con los eventos de la semana, que no se han enterado que para cuando se den cuenta, todas sus aspiraciones de cambios reales podrían estar bloqueadas por el candado del TPP-11.
¿Estaremos a tiempo para detener la firma de ese tratado, y estudiar realmente a lo que el país se está comprometiendo?
Voy a consignar algunos párrafos del artículo que el Economista Gabriel Palma escribió sobre este tratado.
El artículo es bastante largo e incluye un link en Inglés donde se analiza las restricciones que se le pone a las Empresas Estatales de los países miembros, que me parece que van en contra de las aspiraciones de los chilenos con respecto a un nuevo pacto social.
(Ver aquí un análisis de las implicancias de las restricciones a la operación de empresas públicas: https://ciperchile.cl/2018/03/09/el-tpp-11-el-gobierno-saliente-y-la-utopia-invertida/).
“El gobierno de Michelle Bachelet se cierra con la firma del controversial Tratado Transpacífico (TPP-11), un acuerdo comercial entre 11 países que se manejó bajo reserva hasta pocos días antes de su ratificación”
En esta columna el economista José Gabriel Palma detalla cómo el acuerdo beneficiará a las grandes multinacionales al sellar el “inmovilismo” del modelo económico, además de afectar gravemente la soberanía de los países suscriptores. Si ahora Chile decide subir el salario mínimo o legislar sobre protección ambiental, señala, las multinacionales podrán apelar a cortes supranacionales para anular las nuevas normas o pedir compensaciones
“El principal objetivo de esta columna es analizar las implicancias económicas y políticas del nuevo Tratado Transpacífico (al que llamaremos TPP-11, pues Estados Unidos ya no es miembro), en especial, cómo éste va a reducir substancialmente el rango de maniobra de futuros gobiernos en una amplia gama de materias. Un tema del que el gobierno saliente prefiere no darse cuenta.
Este aspecto de la columna va a requerir un análisis relativamente detallado del nuevo tratado. A su vez, analizaremos cómo llegó a ser posible que un gobierno de centro-izquierda firmase un tratado de esta naturaleza, cuando hasta hace no mucho la ideología de todos sus partidos miembros enfatizaba (y su discurso actual lo sigue haciendo, como muestra la reciente campaña presidencial) la necesidad de buscar formas de mayor autonomía nacional y estrategias alternativas de desarrollo. Hoy, en cambio, le da la bienvenida en forma exuberante a un tratado que busca exactamente lo contrario. Como si no se diese cuenta que el TPP-11 no es más que un seguro para fortalecer el inmovilismo económico y socavar nuestra soberanía.”
Lo que realmente buscan las corporaciones que lo delinearon, es cambiar el antiguo “proteccionismo país” (como el que ahora resucita en el Estados Unidos de Trump con el acero), por un nuevo “proteccionismo corporativo”.
Existe un capítulo completo dedicado a las Empresas Estatales de los países miembros y las condiciones que deben cumplir. Estas empresas pueden pertenecer a los campos de Salud, Educación, Energías, Agua etc
“Con el TPP-11, las áreas en las cuales otros Estados o “inversionistas” van a poder demandar a Chile en los nuevos tribunales tipo “Mickey-Mouse”, incluye una amplia gama de materias que va a hacer extremadamente difícil (sino imposible) mejorar nuestra protección al medioambiente; civilizar lo laboral; afinar la regulación de las finanzas (tanto las que operan en el país, como a los capitales especulativos internacionales, ya desatados en su locura; implementar (los tan necesarios) controles de capital, incluso del tipo Ffrench Davis-Zahler, implementados con tanto éxito en nuestro país en los ’90, que hasta el Fondo Monetario Internacional dijo que eran el ejemplo a seguir en los países en desarrollo (ver); recuperar nuestro derecho de propiedad sobre las rentas de nuestras materias primas (reconocidos incluso en la actual Constitución, que por ilegítima que sea, en eso es clara); implementar algo de reingeniería en nuestra rancia política económica, o implementar cambios en tantos otros aspectos de nuestra vida económica.”
“Eso es el TPP-11: un seguro al inmovilismo. El problema fundamental para este modelo neoliberal (especialmente en su versión anglo-ibérica) es que no hay muchas formas de ordenar el puzzle para que el resultado sea obtener los retornos corporativos absurdos de hoy. Recordemos que en los últimos 12 años solo las multinacionales del cobre han sacado de Chile como repatriación de utilidades (en moneda de igual valor) más que todo lo que costó el Plan Marshall de la post-guerra, aquel programa para la reconstrucción de toda la Europa devastada por la guerra. Y se llevan eso por molestarse en hacer cosas como el concentrado de cobre. ¿Qué pasó con nuestro derecho de propiedad sobre la renta de nuestros recursos naturales? Si comienza a haber temblores, hay que recurrir a tratados tipo TPP-11 para asegurar que este abuso siga igual, año tras año.”
Olga Larrazabal S
26 de Octubre 2019
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