Analistas de Washington señalan que, cansado de la corrupción, los malos manejos políticos y administrativos de los dirigentes opositores venezolanos, el Departamento de Estado parece haber optado por suprimir intermediaciones y atender directamente la contingencia del devenir venezolano desde su embajada en Bogotá. En definitiva, la meta es apoderarse de las riquezas y recursos de Venezuela, y señalan que para ello no hay mejor estatuto que el de estado-libre asociado, como Puerto Rico.