Debe haber pocas cosas políticamente más apasionantes que concebir un ordenamiento constitucional desde cero. Y pocas medidas más indispensables para que alas uruguayas intersecten corrientes ascendentes. La oportunidad es inmediata, aunque en el límite de lo tardío. El debate de modelos arquitectónicos constitucionales que, entre muchos otros aspectos, pergeña los diversos modos en que la ciudadanía es representada, sólo puede lograrse asincrónicamente respecto a las campañas electorales de disputa de tal representación.