Era un intelectual acabado pero que prefería el activismo político, gustaba de la vida y los placeres mundanos, le decían el ‘pije’ cariñosamente porque gustaba de vestir muy bien, pero su abnegación por los sectores más pobres y su sentido de justicia era de una militancia sin límites que le gustaba vivir en los hechos, sencillamente, sin arrogancias ni vanidades.