Esta vez, la US Navy ya había ordenado el despegue de varios de sus aviones antes de que el avión ruso interfiriera sus comunicaciones y sistemas de mando y fue por eso que lograron alejar al intruso. A pesar de todo, el Tupolev 142 llegó a estar a unos 500 pies del portaviones sin que ni ese ni los demás navíos de la Séptima Flota estadounidense pudieran reaccionar, lo cual demuestra que Rusia tiene actualmente la capacidad real de destruir un navío almirante de la OTAN.