Manuel Talens fue un buen narrador, un excelente articulista y un traductor -y activista de la traducción- extraordinario. De su larga obra como escritor y como militante lingüístico, su labor de transportista de significados y, por lo tanto, de transformador de sentidos, quizás menos vistosa y menos pública, es la que constituye a mis ojos su legado más duradero y la que nos interpela como un ejemplo más prolífico.