En su visita a Israel y Palestina, el Papa Francisco depositó flores en la tumba de Theodor Herzl, padre del sionismo. Probablemente, Francisco no reflexionó más en profundidad sobre este gesto. Si es así, es una pena. Al papa argentino le podría haber interesado mucho la figura de este original periodista y dramaturgo vienés. Porque si Herzl se hubiera salido con la suya, el presidente Peres y el primer ministro Netanyahu habrían dado la bienvenida a Francisco en español. Éste habría honrado la tumba de Herzl en un Estado judío situado en algún lugar al sur de Buenos Aires.