El Mercurio provocó genocidio mapuche
Esto escribe El Mercurio el 25 de junio de 1859: “una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en bien de la civilización” (Pinto; p. 132); y el 1 de noviembre de 1860 que “ya es llegado el momento de emprender seriamente la campaña contra esa raza soberbia y sanguinaria, cuya sola presencia en esas campañas es una amenaza palpitante, una angustia para las riquezas de las ricas provincias del sur”
«Quisiera preguntarle, Señor Benetton: ¿quién compró la tierra a Dios?
Éste es la cuestión: habitar implica existir. Yo habito en tanto soy, Señor Presidente, y si me quitan la tierra de mis antepasados mediante transacciones comerciales legales, pero de origen dudoso, no existo más: he perdido mi identidad y mi dignidad. Se trata de una ética superior que impone respeto por quien desde hace siglos habita un lugar donde ha enterrado a sus antepasados. Le pido que reflexione. Es preciso conocer y reconocer las culturas ancestrales, como son tuteladas actualmente por las constituciones de Ecuador y Bolivia.