Desde hoy, el mundo es un lugar menos mágico. Pero no desperdiciemos el tiempo lamentándonos. Dejemos de balbucear, limpiémonos las lágrimas y aprovechemos el tiempo perdido para volver a releer al maestro Galeano, para volver a empaparnos de su sabiduría, para aprender a mirar la realidad bajo su prisma. Los escritores nunca mueren, porque sus palabras siempre estarán ahí. Hoy es un día triste, pero no lo es tanto si pensamos que el uruguayo va a estar, a su manera, siempre con nosotros. Jamás te olvidaremos Eduardo.