Cuando hace algo más de un mes me propuse discutir con mayor detenimiento algunos institutos políticos que permitieran –al menos- morigerar la concentración del poder decisional y la profesionalización de los políticos (junto con la brecha entre dirigentes y dirigidos), y así desbrozar algunas naturalizaciones y justificaciones ideológicas del statu quo concentrador del poder, no sospechaba que el azar le adicionaría algunas dosis de actualidad.