Siempre estará a mano el argumento de que nadie nos impone utilizar su genialidad, es una opción persona o comercial. Y es falso, asquerosamente falso. Ellos crearon y se deglutieron toda posibilidad de otras opciones. Construyeron un caminito que se transformó en casi la única carretera y los puentes y túneles de esas dimensiones por las que hay que transitar para conectarse. Y eso lo hicieron sin gastar un dólar o un  peso en el tendido de un cable para un sistema propio de comunicaciones. Fue y sigue siendo un mecanismo de esclavitud comercial y cultural. Son ellos o no hay nadie más y si surge un competidor se lo compran.