Pichuca, la única hija del Ojo de Buey, no estaba dormida , sin embargo el silencio que dulcemente la rodeó apenas los tres borrachos abandonaron el cuarto, terminó de despertarla.En su cabecita sobreexcitada, esta Noche Buena que alegraba a todos y de la cual la eliminaban a ella, había prendido como un prodigio. La angustia apretó la garganta con sus anillos de serpiente. Fue un sollozo convulsivo, primero; llanto aliviador y luminoso, después. En su húmedo bienestar brilló, entonces, una resolución: conocer el secreto de la Noche Buena.