Como fruto de mescolanzas migrantes, como canción de trabajo, de protesta o de resistencia, es innegable la raíz profundamente plebeya y rebelde del canto. Un aspecto que “La casa de papel” quiso aprovechar, al ponerla en los labios de estos supuestos ácratas del siglo XXI preocupados por la repercusión social de sus acciones y la denuncia del robo del sistema financiero europeo a sus ciudadanos. El intento quizás no quedó tan claro. Pero ahora tienen a medio Hispanoamérica tarareando esa canción.