Ojala que en su próxima visita a Chile Jorge Bergoglio nos recuerde, como ha dicho a menudo, que la corrupción de todo tipo − incluida la ideológica − es una droga que produce dependencia. Y que nos diga algo similar a su famoso discurso a nuevos embajadores del Vaticano (mayo de 2013) − donde dijo que las democracias actuales son más bien al gobierno del 1%, por el 1%, y para el 1%: «Mientras el ingreso de una minoría aumenta exponencialmente, el de la mayoría se desmorona. Este desequilibrio resulta de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y así niegan el derecho de control a los Estados, quienes son los encargados de velar por el bien común. Así se establece una nueva forma de tiranía, invisible y en ocasiones virtual, una que impone unilateralmente e irremediablemente sus propias leyes y reglas. … [Y una en la que] la egoísta evasión tributaria ya toma dimensiones mundiales”