Seguramente, desde tu atalaya de blasones y medallas, poco te importa lo que pueda decirte y, menos aun lo que sienten los familiares de las víctimas de las violaciones a los derechos humanos que tú atribuyes a aquel etéreo contexto político. Pero te lo diré, porque hay que decir las cosas por su nombre,  lo cual tú no haces, en un país que desde que las cúpulas políticas negociaron con tu ejército, el olvido ha intentado devorar la memoria.