Aunque tanto Macri como su colega Jair Bolsonaro, los dos principales alfiles estadounidenses en la región, se mostraron “anti China” a comienzos de sus respectivas gestiones, ambos debieron dar marcha atrás, pues finalmente pesan los resultados más palpables de ambos alineamientos. Para el caso argentino los acuerdos con China se tradujeron en el financiamiento de infraestructura, desde trenes a centrales nucleares e hidroeléctricas. Los acuerdos con Estados Unidos, en cambio, condujeron a la recaída en el FMI.