El proceso constituyente no tiene buena pinta. Ya encauzado en la institucionalidad, corre solo y levanta el riesgo, cada día más evidente, de dejar abajo al pueblo movilizado. La indignación, la desesperación y la furia popular de octubre por el cambio de orden, por un reseteo sistémico, ha dado inicio no a una respuesta honesta desde el poder establecido, sino ha puesto en marcha, una vez más, una estrategia entre aquella misma clase para terminar tal como se estaba en el comienzo. Una gran espectáculo que nos conduzca después de un largo circuito a la semana previa del 18 de octubre.