Un estudio revela cómo la militarización de las fronteras europeas da enormes beneficios a empresas de seguridad y defensa, pero la UE ha intentado repetidamente echar la culpa de las muertes de refugiados a los traficantes de personas, rechazando su responsabilidad sobre las causas por la que la gente huye, alimentando los conflictos y el caos en sus lugares de origen. Del mismo modo que es responsable de las consecuencias que su respuesta militar a la migración genera.