A pesar de la propaganda oficial que sitúa el nacimiento del “yihadismo” en los atentados del 11S, el uso actual del terrorismo de bandera religiosa tuvo sus comienzos en 1978 en Afganistán, por la iniciativa de la Administración Carter. Una vez que, forzados por las abundantes pruebas, Zbigniew Brzezinskiy y Hillary Clinton admitieron que “las teorías de conspiración” tenían razón y fue EEUU quien creó la banda criminal, volvieron a mentir, afirmando que la superpotencia había perdido el control sobre individuos: hoy en día es imposible que un grupo armado (de cualquier naturaleza), pueda operar sin el respaldo de un poderoso estado.